miércoles, 1 de octubre de 2008

SE NOS FUE GUSTAVO


“Dejarse herir… ”
es también decir adiós
A través de estas simples líneas queremos acercar nuestro reconocimiento a la labor de nuestro ex seminarista Gustavo, quien con mucha dedicación y esmero acompañó en este corto tiempo a nuestra comunidad Cristo del Perdón. Gustavo ha decidido abandonar el seminario diocesano para dedicarse a buscar otro estilo de vida consagrada, más conforme a la llamada de Cristo que una vez sintió su corazón, y a la cual respondió generosamente.
Y entonces nos preguntamos… ¿Cómo es el llamado dentro del llamado? ¿Cómo es replantearse una vida de entrega y servicio? ¿Acaso será que Aquel a quien bien conocemos y proclamamos, volvió a meterse en su vida para transformarla?
Cuando el techo comienza a temblar y los pilares ceden bajo su fuerza, no quedan más que escombros de lo que alguna vez fueron proyectos y sueños de vida. Así es la voluntad del Señor, misteriosa e impredecible. Voluntad que buscamos desde lo más profundo de nuestro ser, pues una vez comprendimos que sólo en ella alcanzaremos la verdadera felicidad. Y aunque cueste y sea doloroso volver a reconstruir las piezas, es la gracia de Dios la que nos acompaña y fortalece. Es esta gracia también la que nos santifica, y como un susurro nos revela que el cacharro de nuestra vida posee la misión más importante: contener a Cristo para que otros lo encuentren, y con Él la vida eterna.
¿Y te acordás Gustavo cuando alguna vez dijiste que para encontrarse en el silencio con Dios es necesario “dejarse herir por la Palabra”? Dejarse herir por la Palabra es entregar el barro de nuestra vida cada vez que el Alfarero lo disponga. En el día a día, abrazando el madero y muriendo para abandonarse en las manos del Padre. Para nosotros, “dejarse herir por la Palabra” es también respetar tu camino, tus tiempos, y decirte un “hasta luego” para que continúes buscando y encontrando a Jesús, en cada poro de tu alma, y así ilumines con esa luz que no nos pertenece, a todos aquellos a quienes el Señor ponga en tu camino.
Pero no lo olvides, las huellas por pequeñas y efímeras, no se borrarán, y el Cristo del Perdón -ese que se encomienda a la voluntad del Padre- te estará esperando siempre con los brazos abiertos y las manos traspasadas, para que volvamos a compartir con Kuqui en secretaría algunos mates aguados y amargos: esos que hablan de alegría y encuentro.

Un abrazo muy fuerte en Cristo Jesús por el amor de María. Que el Espíritu Santo te acompañe en tu discernimiento y en cada paso que des en el polvo de las huellas del Crucificado.

Comunidad Cristo del Perdón