lunes, 17 de enero de 2011

SOMOS IGLESIA

Hace casi un año, escribíamos en este blog sobre la misión del Laico. El apunte estaba destinado a alertarnos sobre la obligación de todos los cristianos de encontrar en la Iglesia “el lugar que nos corresponde, de acuerdo a nuestros dones y carismas”.
No es ningún secreto que nos faltan sacerdotes. Eso se puso en evidencia –aunque transitoriamente– en estas últimas semanas, cuando nuestros curas se tomaron sus merecidas vacaciones y no hubo reemplazos.
A causa de esas ausencias, nos faltaron las misas habituales. Sin embargo, ese hueco pudo ser excelentemente cubierto por las celebraciones que hicieron el diácono y las religiosas de nuestra parroquia.
Tanto la hermana Sofía en San Cosme y San Damián, como las consagradas del Fahy en la sede parroquial y en San Cayetano y el diácono Pedro en todas partes, nos demostraron que somos una comunidad viva que tiene su eje en el obispo y los sacerdotes, pero que su base es Nuestro Señor Jesucristo.
Y no todo estaba previsto. Sobre la marcha fuimos solucionando problemas y aportando sugerencias. Estamos seguros que aún faltando religiosos consagrados, hubiéramos podido celebrar de alguna manera nuestros encuentros dominicales.
Como en el post que mencionábamos al principio, vamos a hacer aquí referencia a la Lumen Gentium, poniendo especial énfasis en:
“A los laicos, en efecto, los une íntimamente a su vida y misión, dándoles también parte en su función sacerdotal para que ofrezcan un culto espiritual para gloria de Dios y salvación de los hombres. Por eso, los laicos, consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, están maravillosamente llamados y preparados para producir siempre los frutos más abundantes del Espíritu.”
Si alguna vez llegamos a nuestra capilla y vemos que no hay curas, ni religiosos para oficiar la misa o la celebración previstas, no nos volvamos a casa. Hagamos nuestra propia celebración. Si no podemos hacerla con la liturgia que corresponde, meditemos entre todos un pasaje de la Biblia, o hagamos una oración comunitaria, pero respondamos al nuestra propia consagración, ya que en el bautismo fuimos consagrados Sacerdotes, Profetas y Reyes.
No nos olvidemos que el Señor prometió estar donde dos o tres de nosotros estuviéramos reunidos y, por supuesto que allí estará el Espíritu Santo, como en todos los momentos de la Iglesia.
SOMOS IGLESIA, aunque falte el sacerdote. Cuando tengamos esto bien presente, nos habremos involucrado realmente y comenzaremos a formar familias de donde salgan nuevos pastores.
Acaso esta supuesta falta de respuesta a nuestras oraciones pidiendo más obreros a la mies, no sea más que una advertencia de que nosotros los laicos también estamos llamados.
Más concretamente: A VOS TE HA LLAMADO EL SEÑOR.