(haciendo click en cada foto, se amplian)
Los días 22 y 23 de agosto, celebramos con un retiro, el Día del Catequista. Es un encuentro que esperamos durante todo el año, porque en él renovamos nuestro compromiso de seguir trabajando para llevar a todos la promesa del Señor.
Este año, se hizo bajo el lema “Ser discípulos misioneros”, estampado en un tapiz pintado por Roxana, colaboradora de Cáritas, a la que mucho agradecemos su entrega. La conducción estuvo a cargo de Alberto Guzmán, un docente que nos supo trasmitir sus conocimientos y su devoción mariana y, como siempre, de nuestra Victorina, cuyos méritos está de más repetir.
En una mañana fría, rompimos el hielo con cánticos y movimientos que no sólo nos desentumecieron, sino que nos elevaron espiritualmente para enfrentar preparados adecuadamente esas dos jornadas.
Después vinieron los momentos de formación, de “desierto” para encontrarnos con nosotros mismos, de reflexión y de comunión con nuestros hermanos.
A veces los retiros pueden convertirse en interminables monotonías. No sucedió en éste, que nos resultó corto y nos dejó con “ganas de más”.
Este año compartimos la misa del sábado como una forma de demostrar que somos parte de esta comunidad que nos anima y nos sostiene.
Por la noche, un espacio mariano nos dio certezas de nuestra fe con la presentación de testimonios reales, que son parte de nuestras vidas. La cena nos llamaba, pero un llamado superior nos retenía en ese encuentro con María. Todos queríamos decir o escuchar algo más aún a riesgo de comer la pizza fría.
Pero todo estaba calculado por Claudia, nuestra incansable hermana de panadería que tuvo siempre la comida a tiempo, el gesto amable, la sonrisa pronta. Un ejemplo para comprobar que el servicio a Dios no se limita a la catequesis o al trabajo espiritual.
Un momento clave fue el cierre de la primera jornada con la adoración al Santísimo y la unción de los catequistas con el Santo Crisma.
¿El día había terminado? ¡Claro que no! Faltaba la diversión de todos los años, que esta vez estuvo a cargo de Alejandra con un Karaoke que permitió a todos competir con las canciones que se presentaban en una pantalla gigante. Quienes no cantaron fueron jurados que, por supuesto, nadie respetó. Entre risas gritos y bailes, decidimos irnos a dormir a las dos de la mañana aunque desde nuestro “dormitorio”, los hombres seguimos escuchando las risas de las chicas hasta pasadas las 3:00 (dicen que llegaron hasta cerca de las 4:00).
A las 7 y media ya estábamos mateando en la cocina, a medida que se acercaban los más remolones y los que habían ido a dormir a sus casas.
Otra jornada de formación y reflexión. Una charla sobre San Pablo a cargo de la hermana Teresa, con la exposición de sus pinturas iconográficas y el cierre, en la Misa dominical, en la que se hicieron gestos no usuales como la presentación de la palabra y un ofertorio especial.
El padre Gaby hizo llegar a la comunidad la realidad de nuestra catequesis, en la que unos 100 catequistas preparan a más de setecientos chicos. Y renovó nuestro envío.
Durante el almuerzo expresamos nuestras conclusiones y críticas destinadas a ir mejorando cada año. El saldo fue altamente positivo.
Compartimos angustias y esperanzas, nos conocimos, aprendimos, alabamos a Dios, nos divertimos… ¿Qué más podemos pedir? Sólo volver a esperar el próximo retiro.
A vos, querido hermano catequista que no pudiste o no quisiste venir: Te recomendamos no perderte el del año que viene.
Este año, se hizo bajo el lema “Ser discípulos misioneros”, estampado en un tapiz pintado por Roxana, colaboradora de Cáritas, a la que mucho agradecemos su entrega. La conducción estuvo a cargo de Alberto Guzmán, un docente que nos supo trasmitir sus conocimientos y su devoción mariana y, como siempre, de nuestra Victorina, cuyos méritos está de más repetir.
En una mañana fría, rompimos el hielo con cánticos y movimientos que no sólo nos desentumecieron, sino que nos elevaron espiritualmente para enfrentar preparados adecuadamente esas dos jornadas.
Después vinieron los momentos de formación, de “desierto” para encontrarnos con nosotros mismos, de reflexión y de comunión con nuestros hermanos.
A veces los retiros pueden convertirse en interminables monotonías. No sucedió en éste, que nos resultó corto y nos dejó con “ganas de más”.
Este año compartimos la misa del sábado como una forma de demostrar que somos parte de esta comunidad que nos anima y nos sostiene.
Por la noche, un espacio mariano nos dio certezas de nuestra fe con la presentación de testimonios reales, que son parte de nuestras vidas. La cena nos llamaba, pero un llamado superior nos retenía en ese encuentro con María. Todos queríamos decir o escuchar algo más aún a riesgo de comer la pizza fría.
Pero todo estaba calculado por Claudia, nuestra incansable hermana de panadería que tuvo siempre la comida a tiempo, el gesto amable, la sonrisa pronta. Un ejemplo para comprobar que el servicio a Dios no se limita a la catequesis o al trabajo espiritual.
Un momento clave fue el cierre de la primera jornada con la adoración al Santísimo y la unción de los catequistas con el Santo Crisma.
¿El día había terminado? ¡Claro que no! Faltaba la diversión de todos los años, que esta vez estuvo a cargo de Alejandra con un Karaoke que permitió a todos competir con las canciones que se presentaban en una pantalla gigante. Quienes no cantaron fueron jurados que, por supuesto, nadie respetó. Entre risas gritos y bailes, decidimos irnos a dormir a las dos de la mañana aunque desde nuestro “dormitorio”, los hombres seguimos escuchando las risas de las chicas hasta pasadas las 3:00 (dicen que llegaron hasta cerca de las 4:00).
A las 7 y media ya estábamos mateando en la cocina, a medida que se acercaban los más remolones y los que habían ido a dormir a sus casas.
Otra jornada de formación y reflexión. Una charla sobre San Pablo a cargo de la hermana Teresa, con la exposición de sus pinturas iconográficas y el cierre, en la Misa dominical, en la que se hicieron gestos no usuales como la presentación de la palabra y un ofertorio especial.
El padre Gaby hizo llegar a la comunidad la realidad de nuestra catequesis, en la que unos 100 catequistas preparan a más de setecientos chicos. Y renovó nuestro envío.
Durante el almuerzo expresamos nuestras conclusiones y críticas destinadas a ir mejorando cada año. El saldo fue altamente positivo.
Compartimos angustias y esperanzas, nos conocimos, aprendimos, alabamos a Dios, nos divertimos… ¿Qué más podemos pedir? Sólo volver a esperar el próximo retiro.
A vos, querido hermano catequista que no pudiste o no quisiste venir: Te recomendamos no perderte el del año que viene.
FOTOS AQUÍ
Publicar entrada