IN MEMORIAM
Queridos hermanos:
Nunca podremos saber por qué Dios elije: este sí, este no. Lo que sí sabemos es que no es el azar lo que guía sus designios.
Eligió a Alberto para que deje de estar con nosotros.
Entonces ¿No valieron nuestras oraciones?
¡¡Claro que sí!! Murió en paz, sin dolores, después de haber recibido del padre Gaby el sacramento de la Unción y después de haber podido decirle a su esposa que la amaba. Que primero quería a Dios, luego a ella, a sus hijos y nietos y a todos los de la parroquia.
Yo fui el primero que lo recibió cuando llegó a nuestra Parroquia desde Bahía Blanca y fui el último que habló con él, ayer a las 4:15 de la tarde.
Me dijo que agradecía a todos por su preocupación. “Estos momentos son los mejores para acordarse de Dios”–dijo.
Nuestro dolor no debe ser por él, sino por nosotros. Como dice la gente de campo: “él se adelantó”. Recibió ya el premio que Dios nos tiene reservado.
Ahora oremos por su esposa Ariana y por el descanso de su alma.
Y también por toda nuestra Iglesia.
Si. Ya sé. Son sólo palabras.
¡Estoy muy triste!
Un abrazo en Cristo por el amor de María.
Ernesto