viernes, 17 de octubre de 2008

Hechos y gestos

En estos días se han producido dos hechos en nuestra parroquia. Dos hechos que son delictivos, pero que nos ha demostrado el Amor de Dios.
Nos robaron el equipo de audio que estábamos usando para la misa. Y además a Mauro, catequista, guitarrista "oficial" y colaborador de nuestro espacio en la Web, le robaron su bicicleta. El que sufrió ese tipo de robos, sabe la desazón que eso causa, cuando es el medio que le permite que el sinnúmero de tareas que tiene, pueda cumplirse con celeridad.
Pero Mauro supo sacar lo bueno de lo malo y escribió esta carta a los catequistas de la parroquia, que supieron compensar la pérdida, regalándole una nueva bicicleta.
La publicamos para que nos vayamos conociendo y para que aprendamos a dar gracias a Dios aún en los momentos de zozobra.

A los catequistas de La Parroquia:
“Acá” sí acá, aunque afuera esté lloviendo, acá en mi corazón, el sol está brillando.
Es que me conmueve el amor de Dios, tan grande, inmenso, infinito. Sé que nada de lo que tengo, nada de lo que soy, nada de lo que hago serán merecedores de este amor. Y sin embargo, Dios se entrega igual por nosotros. Y en su hijo Jesús nos revela su rostro de amor crucificado por nosotros. Sacrificio que no merecíamos, pero así es el amor misericordioso de Dios. Todo lo supera, todo lo abraza y todo lo transforma.
Hoy Señor, quiero darte gracias, por la comunidad de hermanos que me regalaste, gracias porque juntos participamos de tu Ser, de tu proyecto, y de a poco nos vas moldeando y nos vas dando la forma. Aquí están los catequistas, tus pequeños hijitos, están cargando a sus espaldas la Cruz de tu Amor, con empeño siempre firme, para adelante, dedicando tiempo y esfuerzo en custodiar y transmitir el gran tesoro de tu Palabra, y gracias a tu Espíritu. Parece que nada los detiene. No los detiene el enemigo, que quiere infiltrarse, que quiere colarse, que quiere meterse para robarnos materialmente lo que en realidad nunca podrá quitarnos, que es la grandeza de tu amor. Sí, es que cuando tus hijitos brillan con la Luz de Cristo que no les pertenece, y en esa constancia y en esa esperanza de que cada fin de semana vale la pena anunciarte, él se manifiesta para intentar frenarnos. Y podrá haberme quitado la bicicleta, pero no me quitó mis pies para caminar y llegar a tu casa, y podrá también quitarnos el equipo de sonido, pero no nos quitó nuestras voces para hacernos oír, y celebrar la Santa Misa. ¡Qué tonto que fue! Porque otra vez ganó la fuerza de tu amor. Porque otra vez mi corazón palpita y salta emocionado al ver en este gesto de hermanos el rostro de tu amor. Yo este gesto no lo merezco, mi trabajo como el de ustedes, simplemente es una respuesta a la llamada de Jesús, quien con cariño ha mirado nuestras vidas para que echemos las redes. Nuestro trabajo no debe ajustarse al modelo de premios y castigos, ni siquiera de reconocimiento. Porque no es así la pedagogía de Dios. Si así lo fuera ¡Ay de nosotros! Sin embargo, y como decía al principio, la Cruz de Cristo tampoco la merecíamos, pero con orgullo la cargamos sobre el pecho y en el día a día. No se merece, pero se recibe, se acepta, agradece y se procura progresar y adentrarse en su misterio. Así también hoy recibo este gesto de sus manos. Y queridos catequistas, de todas formas, no me alcanzarían las palabras para agradecerles que se hayan preocupado por mí, y hayan gastado su tiempo y su dinero en este regalo. Quiero que sepan que para mí el mayor premio es saber que cuento con la certeza de su cariño, de una comunidad que cada día me recibe con los brazos abiertos y que me acompaña, apoya y confía en cada paso que doy. No necesito nada más.
Les deseo a cada uno de ustedes, que el Espíritu Santo derrame mucha fuerza en sus corazones, para que juntos podamos seguir construyendo una comunidad que se asemeje cada día más a Dios, comunidad perfecta de amor.

Un abrazo fuerte desde el corazón. Mauro.

1 comentario:

Cortazariana dijo...

ohoh...

espero que estes bine mauro...