Uno es la síntesis de una noticia publicada en Zenit, y el otro un fragmento de lo elaborado como líneas para la aplicación del documento de Aparecida.
Aquí los ponemos a tu disposición.
APARECIDA HA IMPULSADO UNA “CONVERSIÓN PASTORAL”
Al presentar las claves del «Documento de Aparecida», monseñor Aguiar Retes destacó que tiene como fundamento «el darnos cuenta del momento en el que estamos viviendo y tratar de descubrir en él las huellas de la presencia de Dios y la misión de la Iglesia que se tiene que construir con la conciencia del discípulo que también es misionero».
«Aparecida es la gran oportunidad de replantearnos la misión de la Iglesia. Estamos viviendo un cambio de época. Hay signos esperanzadores. Está resurgiendo la sed de Dios: hay un anhelo de lo espiritual. La forma como trabaja hoy la Iglesia no satisface a ese anhelo. Por tanto, es necesario replantearnos una conversión pastoral», agregó el obispo de Texcoco.
Más adelante subrayo que «un signo positivo del cambio de época es la flexibilidad que se va dando en las personas para abrirse al diálogo y a la discusión de las cuestiones controvertidas. Surge, de esto, un anhelo por la verdad. La mentalidad de la gente es más flexible para abrirse al diálogo. Hay que volver a tomar la iniciativa entre los grupos católicos para que, en comunión, expresemos la vida de la Iglesia».
«Otro signo positivo --dijo monseñor Aguiar Retes-- es la valoración de la persona humana. Cada vez nos hacemos más conscientes que la dignidad de la persona humana le viene dada por sí misma. Aquí tenemos una gran ocasión de hacer valer la obra de la Creación del hombre a imagen y semejanza de Dios».
Aparecida impulsa una nueva manera de orientar nuestra acción en la Iglesia y una nueva forma de concebir el papel del discipulado dentro de ella, según se desprendió de la charla mediante la cual la Acción Católica Mexicana iniciaba en Querétaro, su Asamblea anual, en el ambiente de estudio que el documento ha suscitado en la Iglesia en América Latina.
«El discipulado, que es la segunda fuente del documento de Aparecida, viene dado frente al gran problema que enfrenta la Iglesia de América Latina que es el divorcio entre la fe y la vida», dijo monseñor Aguiar Retes ante un nutrido auditorio en el Seminario Conciliar de Querétaro.
Según el prelado, los obispos de América Latina y El Caribe, «teníamos bien detectado el problema. Porque la transmisión de la fe con un modelo cultural adecuado, que se dio en décadas anteriores, nos hizo descuidar, probablemente, la evangelización profunda, que llevara a la formación de un discípulo de Cristo».
«La fe se transmitía casi en automático. Los padres y el ambiente cultural en el que nos movíamos en América Latina eran católicos. Cuando se resquebraja el modelo cultural vigente, la transmisión de la fe enfrenta retos que solamente la transformación del discipulado puede acometer», aclaró el presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana.
Dios nos llamó para llevar a cabo una misión
El Santo Padre Benedicto XV!, dijo monseñor Aguiar Retes, insistió mucho en la cuestión del discipulado ante a la quinta Conferencia del CELAM. Las preguntas que surgieron desde el principio de la reunión de Aparecida fueron: ¿Cómo contrarrestar el divorcio entre la fe y la vida? ¿Cómo cambiar la práctica cristiana, centrada en el culto, hacia una irradiación en los otros ámbitos de la vida privada y social?
La respuesta, según Aguiar Retes es que esto se puede lograr «solamente con la convicción de que el Señor me ha llamado, y me está llamando, para una misión. Y tengo que conocer al que me ha llamado, a Jesucristo, y tengo que ser su seguidor. Por lo tanto tengo que conocerlo, amarlo y servirlo. El discipulado coloca al cristiano de cara al seguimiento de Cristo, del encuentro con Jesucristo. No estamos por azar. Dios nos llamó para hacer algo».
«El discípulo aprende y comparte la vida en comunidad. El discipulado tiene, entonces, que hacerse una experiencia de vida en comunidad. La Iglesia tiene que transformarse para que sus instancias sean promotoras de la dimensión comunitaria de los discípulos de Cristo», expresó monseñor Aguiar Retes
Según lo expresado por el obispo de Texcoco y por el asistente de ACM, monseñor Ricardo Watty Urquidi, obispo de Nuevo Laredo, también presente en el acto, Aparecida fue una experiencia de Pentecostés. La Iglesia de América Latina estuvo abierta al Espíritu Santo para ver por dónde se debe caminar en este cambio de época, siendo discípulos y misioneros de Jesús.
Una clave de Aparecida --dijo el presidente de la CEM-- «es que al centro de nuestra vida está Jesucristo. Jesucristo es la expresión del Reino de Dios: vino a traernos la buena nueva que Dios nos ama. Cristo sigue vivo mientras tenga discípulos, prolongando el misterio de la Encarnación en cada uno de los miembros de la Iglesia. Pero esa experiencia requiere la comunión. No hay discípulos aislados».
Ser testigos del amor
«La otra clave de Aparecida es la conversión pastoral», corroboró monseñor Aguiar Retes, quien, más adelante, dijo: «no es la conversión de los pastores, solamente, es algo que toca a todos: es creer el anuncio de Cristo de que el Reino de Dios se encuentra en medio de nosotros, es creer que a mí me está llamando Dios para manifestar el amor y ser testigo del amor».
En la que constituyó la parte central del análisis que hizo el obispo Carlos Aguiar Retes frente a los delegados nacionales de la ACM, pidió «revisar si estamos manifestando el amor del Padre en este cambio de época».
«La Iglesia, por venir de una época de cristiandad, donde el modelo cultural vigente le favorecía, se acostumbró a que sus instancias fueran ofrecidas y abiertas para el que viniera, para el que nos buscara», dijo el prelado mexicano.
Según monseñor Aguiar, «eso funcionaba en una comunidad evangelizada. Pero en esta situación en la que estamos, la Iglesia necesita transformar sus estructuras y orientarlas para que sean misioneras. Ya no podemos estar en una atención clientelar, que venga el 'cliente', el fiel, sino que tenemos que tener estructuras para ir hacia donde nos necesitan, hacia donde no han escuchado la buena nueva del Reino, hacia quienes, deseándolo y anhelándolo, no van a venir hacia las formas tradicionales que tenemos que trabajar».
«Entonces, subrayó el obispo de Texcoco, con gran creatividad, tenemos que ver cómo nos hacemos presentes en los ambientes de la sociedad y hacer que las parroquias sean instancias que lancen a la acción en esos ambientes. No dejar que cada quien haga su responsabilidad, como Iglesia tenemos que formar para ser misioneros, ser discípulos de Cristo en el mundo de hoy. Revisar la vida interna de la Iglesia y luego salir hacia el mundo. La conversión pastoral es hacer de una Iglesia clientelar, una Iglesia misionera».
Concluyó su conferencia diciendo que «la última clave de Aparecida es la vida. ¿Cuál vida? ¿Cuál es la vida de Cristo que queremos anunciar? La vida en Cristo es aquella que pone su fundamento en la relación con Dios, que le da el primer valor a la relación espiritual. A través de esa vida se obtiene la justa apreciación de la vida terrena. El creyente sabe que la vida no se agota en el mundo. Y la vida verdadera se hace como discípulos y misioneros de Jesús».
GRANDES LÍNEAS PARA LA APLICACIÓN DE APARECIDA
Víctor Manuel Fernández
Presbítero.
Diócesis de Río Cuarto.
ptucho@arnet.com.ar
Presidente de la Sociedad argentina de teología. Doctorado en teología y licenciatura con especialización bíblica. Fue párroco, director de catequesis y asesor de movimientos laicales. Fundador del Instituto de Formación laical de Río Cuarto. Vicedecano de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina, formador del Seminario de Río Cuarto y director de la revista “Teología”. Profesor de Teología Moral y Sagradas Escrituras.
La V Conferencia no quiere sobreponerse a los planes y líneas pastorales de las distintas Conferencias Episcopales y de las Diócesis. Sólo pretende promover un estado permanente de misión que comunique la alegría de ser discípulos y ayude a experimentar una vida digna y plena en Cristo. Ahora se espera que “las Conferencias Episcopales y otros organismos locales avancen en consideraciones más amplias, concretas, y adaptadas a las necesidades del propio territorio” (431).
En la última Asamblea del CELAM, en La Habana, se acordó no crear superestructuras continentales sino poner el acento en la creatividad de cada Diócesis y en todo caso de cada Conferencia Episcopal. Por eso se prefiere no hablar de una misión “del” Continente sino de iniciar una misión permanente “en” el Continente.
Con respecto al contenido y al modo de esa misión, creo que hay que destacar que en Aparecida no interesan tanto los detalles y los desarrollos acerca de cuestiones prácticas, sino los grandes consensos, los núcleos básicos, las líneas que estructuran todo el Documento. Esos acentos están concentrados en las tres partes del tema de la V Conferencia. Veamos a continuación las objeciones o planteos que se hicieron a esas tres cuestiones fundamentales y cuáles son los valores de esos ejes en el Documento tal como lo tenemos ahora:
1. «Discípulos» Planteos en torno al eje “discípulos”
*Antes de la V Conferencia algunos temían que una insistencia inadecuada en el discipulado lleve a destacar la oración privada por encima del compromiso con el prójimo y con la sociedad.
* Otros piensan que puede dar lugar a una regresión privatizadora, que llegue a ser un modo de potenciar una conciencia aislada.
* También se teme que dé lugar a un estilo elitista, de personas que se sienten separadas del resto porque son especiales y están mejor formadas que los otros.
Valores del eje “discípulos”
* Nos permite volver a colocar el centro en Jesucristo.
* Invitando a una relación personal con él, muestra que el cristianismo, más que una ética o un conjunto doctrinal, es el encuentro con él (cf. DCE 1). Despierta la conciencia gozosa de vivir en él y de él.
* Bien planteado, impide la autosuficiencia, porque despierta la convicción de necesitar a Cristo, el deseo de escucharlo y de aprender de él constantemente.
* Por eso mismo impide que el Evangelio se convierta en un mensaje ya conocido y ayuda a volver a él siempre con nueva apertura.
* En Aparecida tiene un fuerte sentido comunitario, que implica dejarse interpelar también por los demás, dejarse modelar y renovar por el Espíritu a través de la comunidad.
* Permite que la misión no pierda frescura, ardor y fuerza testimonial, e impide que se convierta en una repetición vacía de cosas ya sabidas, ideas o normas que no conmueven ni movilizan.
* En Aparecida no adoptó un sentido elitista, ya que en el capítulo dedicado a la formación y a la espiritualidad se destaca y se valora notablemente la piedad popular.
2. «Misioneros» Planteos en torno al eje “misioneros”
* Algunos temen que se entienda la Misión continental como una recuperación de la idea de Nación católica o una propuesta triunfalista de neocristiandad.
* Otros temen que se reduzca a la visita a los hogares, cosa que no todos podrían hacer.
* Pero otros temen más todavía que se la entienda de un modo tan amplio que no se concrete en algo significativo, y que el acento en la misión quede en palabras grandilocuentes pero sin incidencia alguna en nuestro país.
* Algunos sacerdotes y obispos, por plantearla desde una perspectiva clerical, y olvidar que supone un replanteo de fondo sobre la Iglesia, temen que esta iniciativa misionera venga a traerles más trabajo del que tienen, con el temor de no poder responder a los reclamos del pueblo.
Valores del eje “misioneros”
* Tal como está planteado en el documento, ayuda a reconocer que la misión no es algo accidental o secundario sino que la propia vida de cada uno es una misión en esta tierra.
* En el contexto individualista y privatizador actual, cuestiona los falsos discipulados, porque invita a romper con la conciencia aislada y a poner la propia vida en función de los demás.
* Impide que la actividad pastoral sea ante todo de mera conservación o de administración, y la vuelve más expansiva y abierta a la sociedad.
* Simplifica la vida de las personas y de las comunidades, porque coloca todo en función de la transmisión de la fe en Cristo. Por eso invita a la reforma de las estructuras eclesiales y a “abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe” (366).
* Ayuda a recuperar la conciencia de la jerarquía de verdades y de valores, para no perderse en cosas secundarias y acentuar lo que más ayude a acercar a otros a Jesucristo.
* En Aparecida hay un acento constante en una cercanía cordial a la vida de la gente.
* Los planteos del Papa y del documento ya brindan orientaciones prácticas que permiten concretar algunas orientaciones. Creo que las mediaciones que permitirían que este acento misionero sea un verdadero hito en la historia, serían ante todo tres:
a) Organizar en cada Diócesis una misión en las periferias más pobres, alejadas y abandonadas, dotándola generosamente de personas y de recursos.
b) Crear espacios de acompañamiento y de formación de los laicos que cumplen su misión específica en la vida pública.
c) Incorporar constantemente en la predicación las motivaciones que alienten el compromiso misionero de todos los cristianos.
* Hay dos cuestiones muy repetidas y resaltadas en todo el Documento que podrían integrarse en esta misión: la animación bíblica de toda la pastoral (misión con la Biblia en la mano) y la preocupación por llevar a todos al banquete dominical de la Eucaristía, aunque no siempre pueda celebrarse la Misa (253).
* Hay que destacar que la unión inseparable de los dos ejes (“discípulos-misioneros”) es muy sana, porque ambos contienen aspectos complementarios y uno es correctivo del otro.
3. «Vida» Planteos en torno al eje “vida”
* La expresión ha sufrido cierta reducción de su significado y hoy se la suele identificar con las cuestiones del control de la natalidad y la bioética.
* Puede entenderse en el sentido de un hedonismo individualista, que encierra al sujeto en la búsqueda obsesiva de satisfacciones inmediatas.
Valores del eje “vida”
* La expresión se repite 631 veces y otorga al documento un tono positivo, propositivo, alentador.
* Muestra la propuesta de Cristo no como una mutilación o una carga pesada de normas, sino como una oferta integradora de plenitud y dignidad.
* Tiene en cuenta las necesidades concretas de las personas y no las separa de su relación con Cristo.
* Permite conectar mejor la evangelización con la promoción humana y la opción por los pobres. Ya lo hizo el Papa en el discurso inaugural al colocar dentro de la “Vida en Cristo” la transformación de las estructuras injustas.
* Al servicio de esta vida digna y plena de la gente se coloca toda la actividad de la Iglesia, incluyendo la doctrina, las normas y las orientaciones éticas (361).
* El deseo de vivir con dignidad no es presentado de un modo individualista, ya que el documento habla de dos “leyes” internas de esa vida: que sólo crece cuando se comunica y cuando se vive en comunidad (ver 359-360).
* Además, el tema dice “para que nuestros pueblos” tengan vida, lo cual trasciende a los individuos aislados.
* Finalmente, lo que se propone es una vida digna y plena “en Cristo”, lo cual amplía los horizontes, ya que “Jesucristo nos ofrece mucho, incluso mucho más de lo que esperamos. A la Samaritana le da más que el agua del pozo, a la multitud hambrienta le ofrece más que el alivio del hambre. Se entrega Él mismo como la vida en abundancia” (357).
5. Para destacar
Es importante advertir cómo los tres ejes invitan a simplificar la vida y la actividad de la Iglesia volviendo a lo esencial: El eje “discípulos” invita a recordar que somos cristianos por el encuentro con Cristo más que por una doctrina o una ética (243). El eje “misioneros” invita a abandonar las estructuras caducas (365) y a “someterlo todo al servicio de la instauración del Reino de vida” (366). El eje “vida” somete todo a la comunicación de una vida digna y plena para las personas (361). El contenido de la misión debería ser entonces, más que cualquier otra cosa, la propuesta de una vida personal y comunitaria en Cristo para alcanzar y comunicar la dignidad y la plenitud que él está ofreciendo a nuestro pueblo. Esto, que parece muy sencillo, tiene innumerables y revolucionarias consecuencias prácticas que habrá atreverse a posibilitar. No desaprovechemos esta oportunidad que el Espíritu, a través de Aparecida, nos está poniendo por delante.
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